domingo, 3 de mayo de 2015

Psicología Social de Erich Fromm

Erich Fromm nació en Frankfurt, Alemania en 1900. Entre sus libros más famosos se encuentran Miedo a la Libertad, Corazón de Hombre y El Arte de Amar. En su autobiografía Beyond Chains of Ilussion, Fromm habla de los eventos y personas que lo llevaron a formar su teoría. Fue influenciado por el concepto del inconsciente de Freud, así como el concepto de una sociedad ideal de Marx. Ambos conceptos se asimilan en su determinismo. Esto llevó a Fromm crear el concepto de libertad, el cual exhorta a las personas a trascender los determinismos ya impuestos. Propuso a la libertad como el motor psíquico de cada persona.

Según Fromm, el ser humano le tiene miedo a la libertad y busca escapar de ella. Algunos evitan la libertad al volverse uno solo con un sistema autoritario ya sea de una manera pasiva (complaciente) o volviéndose el autoritario, a esto se le llama autoritarismo. Otros utilizan la destructividad; esto se proyecta de dos maneras, o se vuelven en contra del mundo, o lo dirigen hacia adentro de sí mismos. 

En la última manera, el individuo escapa de la libertad hacia la cultura de masas; se vuelve un “camaleón social”. A esto se le conoce como conformidad autómata.

Escoger la manera en la cual se escapa de la libertad tiene que ver con la familia en la cual crecimos. Existen tres tipos de familias. Entre las no productivas se encuentran dos. La primera se le conoce como una familia simbiótica, en la cual los miembros de la familia son “absorbidos” por otros miembros lo que provoca un mal desarrollo de personalidad. Al segundo tipo se le conoce como familias apartadas ya que entre los miembros existe una cruda indiferencia, no hay una relación y los padres suelen utilizar la culpa y retirada de afecto como los castigos. El último tipo de familia es la familia productiva, la cual se caracteriza en que los padres asumen la responsabilidad de criar a sus hijos en un ambiente de amor.
Fromm propone el concepto del inconsciente social,  el cual es la noción de que se están haciendo las cosas bajo juicio propio cuando en realidad se han asumido las normas de la sociedad como propias, hasta el punto de creer que la manera en que se hacen las cosas es la única forma y es lo “natural”. Este inconsciente social se entiende mejor al analizar el sistema económico de cada sociedad. En base a esto, propone cinco tipologías (u orientaciones) de la personalidad.

La primera de ellas es la orientación receptiva, en el cual las personas creen que todo lo bueno proviene del ambiente, del exterior y si no consiguen lo que quieren esperan hasta tenerlo. La segunda tipología es la orientación explotadora, en la cual la persona cree que conseguirá todo a través de la explotación de otros, dan órdenes cómodamente y consideran las cosas de valor si han sido arrebatadas. La tercera orientación es la acaparadora. Una persona acaparadora verá todo como una posible posesión, tiende a mantener  consigo las cosas. En la orientación de venta, la persona busca qué tan bien puede venderse o darse a conocer a sí misma.

 La última orientación y la única que no es neurótica es la orientación productiva. En esta orientación la persona vive genuinamente consigo misma y con los demás; no se aparta de la libertad y la responsabilidad mientras mantiene la naturaleza biológica y social. Si todas las personas tuvieran una personalidad productiva, se lograría lo que Fromm llama socialismo comunitario humanista. Se le llama así ya que cada uno es responsable del bienestar de los demás, hay una centralización (lo que se conoce como Gessellschaften) y está orientado hacia los seres humanos.


Las primeras cuatro orientaciones son un modelo de tenencia: se basan en el “yo tengo”, se valora el consumo, y se define a la persona dependiendo en lo que obtiene y posee. En cambio la personalidad productiva es  un modelo de vida, en el cual se define a la persona por lo que hace, si vive genuinamente o no. Aquí se hace la diferencia entre el ser y el tener. A pesar de que unas orientaciones sean neuróticas y otra no, hay algo común entre ellas, y es el deseo de vivir y de adaptarse; a ellos se les conoce como biófilos. Si la persona tiene un deseo pasional por la muerte, la destrucción y la enfermedad, se le considera necrófilo

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